Actus des entreprises

Cuando una iniciativa se convierte en una lección de liderazgo 

Hay historias que nos gustaría ver circular más a menudo en el mundo empresarial. No para lavar la conciencia ni para llenar un boletín corporativo, sino porque nos recuerdan todo lo que puede lograr un equipo cuando se le da espacio para atreverse. 

La historia tiene lugar en el Campus La Mola, en Terrassa, una de las cinco casas del grupo Châteauform’ en España. Sus protagonistas son cuatro talentos del equipo. Y cuando decimos “talentos”, hablamos de colaboradores, claro. ¡Ah, el vocabulario! Ese pequeño gran reflejo de la cultura de empresa. Suzanna, Sandra, Laura y José aprovechan un momento de baja actividad para plantear una petición poco habitual a sus anfitriones, Nathalie y Thomas (los directores del campus). 

Su propuesta: visitar la residencia La Pineda, un centro para personas con discapacidad, y ofrecerles algo más que su tiempo. Querían aportar su talento y su “calor añadido” preparando y sirviendo la merienda… y, sobre todo, compartiendo un rato con los residentes. Cabe decir que José es el chef de cocina del Campus La Mola, así que lo de preparar una merienda, lo lleva en la sangre. El resultado: residentes y personal de La Piñeda terminaron encantados, entre risas, conversaciones, aprendizajes y momentos compartidos. 

Lo que podría parecer una anécdota entrañable es, en realidad, un acto de liderazgo en dos niveles. Primero, porque iniciativas como esta solo son posibles en una cultura de empresa donde se permite —y se alienta— salir del guion. El derecho al error, y más aún, la obligación de intentarlo, dan a los equipos la confianza necesaria para proponer ideas y romper con lo establecido. Esto exige líderes que sepan decir que sí, razonando en términos de pérdidas aceptables, y no de ganancias potenciales. Es la lógica de la “efectuación” en acción. 

Y luego está el segundo nivel: saber reconocer ese atrevimiento, visibilizarlo sin instrumentalizarlo, y usarlo como palanca para motivar e inspirar al resto del equipo. El reto está en ponerlo en valor sin generar celos ni tensiones. A veces ocurre, pero vale la pena. 

Las iniciativas que sacuden la rutina aportan sentido al día a día. Y ese sentido es una poderosa herramienta para fidelizar el talento. Especialmente entre las generaciones más jóvenes, para quienes el impacto social y la utilidad colectiva son decisivos. En un contexto en el que atraer y retener a los mejores es un desafío constante, fomentar este tipo de acciones y reconocer el factor humano es también una estrategia de sostenibilidad empresarial. 

A veces, basta con decir “sí” a una idea inesperada para que empiece algo grande. Porque, al final, el liderazgo puede que consista —ni más ni menos— en saber cuándo no decir que no. 

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